2 de octubre de 2010

ESTO NO ES UN CIRCO ROMANO. EL PÚBLICO

"La muchedumbre entusiasmada jaleaba al gladiador victorioso mientras su oponente se encontraba en el suelo pidiendo clemencia, pero el pueblo pide acabar con la vida del gladiador que perdió el combate, con gritos de mátalo y girando el pulgar hacia abajo... el emperador escucha el ansia de sangre y ordena que el ganador mate al rival... el pueblo congregado en el coso estalla en júbilo ante la muerte del perdedor... el emperador y el victorioso gladiador son jaleados por el público mientras sonríen complacientes". Esta cita recoge lo que bien podría ser una jornada del circo/anfiteatro romano, por supuesto que aderezada con bastante subjetividad (bien porque los relatos de la época son escasos y, a veces, inexactos o bien por la idea preconcebida que cada uno tiene del circo/anfiteatro de gladiadores y cuádrigas de la antigua Roma).

Ese prejuicio no sólo se da para con el circo/anfiteatro romano sino también para catalogar al aficionado taurino que asiste a una plaza de toros. Eliminar dicho prejuicio contra el circo/anfiteatro romano puede ser más difícil que eliminar el dictado contra el mundo taurino, puesto que supervivientes de la época romana clásica no existen mientras que los festejos taurinos son actividades latentes en la actualidad y cualquiera puede preguntar a un aficionado taurino "qué siente con La Tauromaquia". Y aquí está el problema: se elaboran prejuicios sin querer escuchar a la parte acusada.

El prejuicio contra el aficionado taurino al que, muchas veces y contrariamente a la realidad, se le presenta como un ser sádico y violento. Se le asocia al aficionado circense romano sin pensar que hay unas grandes diferencias entre las corridas de toros y los espectáculos con animales que se daban en el anfiteatro, al igual que existen diferencias entre el significado de la palabra circo para un romano de la época de Julio César que para cualquier persona en la actualidad.

El aficionado taurino actual, al contrario de lo que algunos desinformados piensan, no se regodea de la sangre vertida en la arena ni anima para que se castigue al toro. El aficionado taurino sabe que la muerte puede estar ahí en cualquier momento, pero no es ese el fin que persigue, porque esa no es la finalidad de las corridas de toros. Pensar en un público taurino que pide sangre chocaría con la actitud del público cuando un toro ha cumplido favorablemente con la última fase del proceso de selección de casta y bravura que se pretende preservar en la especie taurina y, gracias a sus actitudes, es indultado. El público, al igual que el torero y el ganadero, se congratulan de haber presenciado el feliz desenlace que concluirá con el toro trasladado de nuevo a la dehesa, donde se convertirá un semental de la ganadería y morirá de viejo.

Un público sediento de sangre clamaría de indignación cada vez que se produce un indulto. También, un público violento, realizaría actos violentos a la salida de las plazas de toros, como suceden en otros espectáculos masivos, caso del fútbol (donde raro es el día que no hay una noticia de un grupo de aficionados a este deporte que queman mobiliario público, se pelean o se enfrentan a la policía). Llama la atención de que el aficionado taurino no realice, ni por asomo, ninguno de estos actos. ¿No será que, al contrario de lo que intencionadamente ciertas personas quieren hacer creer a la sociedad, el aficionado taurino no es nada violento ni un sádico sanguinario?. Aún así, hay quien piensa que sí lo es, manteniendo una actitud cerrada de miras y, en algunos casos, de una violencia verbal o física alarmantes; son aquellos que, erroneamente, ven en la afición taurina que asiste a la plaza de toros al populacho que gira el pulgar hacia abajo, clamando sangre y muerte.

1 comentario:

  1. sin duda alguna me has dejado sin palabras, esta forma tuya de exponer en su realidad al aficionado taurino, pues muchas personas tienen una idea erronea de nosotros ya que piensan q somos personas que disfrutamos del sufrimiento de los animales cuando en realidad de lo que disfrutamos es del arte, elegancia, valor y muchas cosas mas que apreciamos en una plaza de toros y por ellos mismo brindamos respeto a cada persona o animal que en ella se encuentra. en especial no busco que los no aficionados nos den su aprobacion, sino que respeten nuestras ideas y gustos asi como nosotros los respetamos y no los incitamos a seguir nuestras tradiciones cuando ellos no lo desean.. enorabuena Jose.. =)

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